Sobre Josep Mª Fericgla

Josep Mª Fericgla nació en Barcelona, capital de Cataluña, en enero de 1955. Fue el primogénito de una familia de clase media baja a pesar de que por parte materna provenía de una rama de intelectuales, ingenieros e inventores. Su abuelo materno era un curioso ingeniero, empresario e inventor en el ámbito de la electrónica, a la vez que prestidigitador circense y viajero enamorado del mundo árabe. Josep Mª pasó una infancia de cambios, no llegando a permanecer dos años seguidos en el mismo colegio. A pesar de sacar notas excelentes, a causa de su carácter revoltoso lo expulsaban de todas las escuelas a las que su sacrificado padre conseguía inscribirlo. Tiene dos hermanos un poco menores pero, en general, pasó una infancia solitaria y con pocos amigos, dedicado a leer y a preguntar constantemente, en especial al segundo esposo de su abuela, un hombre bueno de profesión ebanista y muy interesado en la naturaleza y en las medicinas alternativas. A Josep Mª le encantaba estar con él y pasaba largas horas en su compañía durante los fines de semana.

A la vez que cursaba el bachillerato estudió música y aprendió a tocar la trompeta, conocimientos que años más tarde le servirían muchísimo para sus investigaciones en etnomusicología, materia de la que fue profesor en la Universidad de Salamanca. A los 15 años, en un retiro para jóvenes con inquietudes espirituales que hizo cerca del monasterio Montserrat, tuvo una experiencia trascendente o espiritual que marcó su vida. Estaba haciendo una relajación profunda cuando, inesperadamente, se sintió fuera de su cuerpo y del tiempo, en un estado de consciencia total; se vio flotando por encima del contexto y observando el mundo a la vez que sumergido en un estado de paz indescriptible. Durante esta experiencia creyó escuchar una voz que le decía que tenía que aprender a permanecer en aquel estado y enseñar a los demás. Décadas más tarde lo seguía recordando como una conexión de increíble belleza, claridad y amor con algo que denominaría lo Absoluto.

Por aquella época, en una salida que hizo para escalar, Josep Mª escuchó la descripción que su compañero de escalada le hizo de la ‘antropología cultural’, disciplina científica que estaba vetada en la España franquista. Algo de todo ello le interesó vívidamente a pesar de no entender cuál era el abstracto objeto de estudio de la antropología. Josep Mª recordaría toda la vida aquella conversación con su amigo, al pie de una pared de roca mientras recogían las cuerdas usadas en la escalada. Cuando llegó la época universitaria estudió psicología en la Universitat de Barcelona, sabiendo que no era exactamente su vocación pero ignorando dónde o qué buscar. Tenía un anhelo que lo empujaba con intensidad aunque sin saber hacia dónde, y entonces sucedió que cuando estaba en tercer curso de la carrera de psicología tomó la asignatura complementaria de Antropología Cultural, impartida por el Dr. C. Esteva Fabregat. ¿Tal vez recordando la conversación con su amigo de escalada unos años antes? Lo cierto es que la asignatura fascinó a Josep Mª como ninguna otra materia universitaria de las que había cursado, descubriendo cuál era el verdadero camino hacia el que le empujaba su vocación.

Inmediatamente se matriculó en la carrera de Antropología, acabada de crear en España bajo la dirección del propio Dr. C. Esteva. Durante dos años Josep Mª estudió las dos carreras a la vez, además de trabajar para mantenerse ya que había abandonado el hogar paterno dos años o tres antes. Fueron tiempos de una actividad frenética. A los 22 años abandonó psicología y, una vez que pudo dedicarse sólo a estudiar antropología, decidió dejar la ciudad de Barcelona e irse a vivir al campo, a la zona del Lluçanès, donde por un tiempo compartió una aislada casa de campo. Luego vivió solo entre bosques, completamente dedicado al estudio de la antropología, y a estar y sentir la naturaleza. Para sobrevivir ayudaba al carpintero del pueblo cercano con lo que había aprendido de su abuelo ebanista.

Durante aquellos años descubrió el trato con los animales, los fascinantes ciclos de la naturaleza y la fraternidad entre personas con un sentir similar. Se hizo íntimo amigo de Pere Juvanteny, amistad que marcó profundamente a Josep Mª. Su amigo era un campesino sin estudios pero inmensamente apasionado por la naturaleza y por la vida; hasta tal punto era experto en micología, que reconocidos especialistas universitarios le pedían asesoramiento. Esta amistad influyó en el primer libro de Josep Mª, El hongo y la génesis de la culturas, texto que se ha convertido en un clásico sobre la Amanita muscaria y que sigue publicándose tres décadas después de la primera edición en catalán. Durante su estancia en las montañas del Lluçanès, Josep Mª estudiaba la vida de los pueblos primitivos a la vez que trataba de llevar una vida similar haciendo numerosos experimentos prácticos: desde hacer fuego frotando dos palos como los indígenas australianos, hasta adiestrar perros como hacían los inuit o esquimales, preparar trampas como los indios algonquinos americanos o elaborar bebidas fermentadas con diversos frutos y tubérculos. También fue en esta época, sumergido en la naturaleza, cuando realizó experimentos psicoespirituales consigo mismo, desde practicar largos ayunos a meditar y tomar por primera vez LSD-25, experiencia inducida de un estado expandido de consciencia que marcó definitivamente su futuro. Esta experiencia transpersonal lo enlazó de inmediato con lo ocurrido a los 15 años en Montserrat, con los estudios que estaba haciendo sobre culturas chamánicas, ritos ancestrales, ritos iniciáticos y misticismo en diversas culturas. A partir de aquel momento, Josep Mª dedicaría su vida complemente al estudio teórico y práctico de las experiencias místicas y su importancia en las culturas.

Acabó la carrera de Antropología en 1983 y se especializó en etnopsicología, antropología cognitiva y chamanismos. En 1987 se doctoró y se lanzó a un periodo de intenso trabajo de campo como etnógrafo y como antropólogo en el Kurdistán turco —donde conoció a fondo el sufismo— en el Magreb marroquí, en Cataluña como forma de aportar un grano de arena al conocimiento de su propia cultura materna —sobre la ha escrito varias monografías—, y desde el año 1992 hasta el 2010 hizo trabajo de campo en la Amazonía ecuatoriana centrado en estudiar el chamanismo y las plantas psicoactivas usadas por aquellos pueblos, siendo considerado uno de los expertos mundiales en el uso y aplicaciones de la ayahuasca. Durante los años que siguieron al final de la carrera universitaria, Josep Mª se dedicó de pleno a investigar, a dar clases en numerosas universidades españolas y americanas, y a escribir. Para dar una idea de su actividad, entre los años 1986 y el 2000, o sea en quince años, publicó 25 libros y numerosos artículos especializados, además de dar clases en la Universitat de Barcelona, en la de Salamanca, y en la de Caldas (Colombia) entre otras (para detalle, ver el Currículum científico y Bibliografía completa del Dr. Fericgla). Por su labor investigadora recibió varios premios oficiales del gobierno catalán y del español.

Con el cambio de milenio, el interés que hasta entonces se había dirigido principalmente a la academia cambió de rumbo. La noche del 13 de agosto de 1997 Josep Mª tuvo un accidente muy grave que le obligó a guardar cama varios meses, durante los que experimentó con el dolor, con sus emociones, reconoció las diversas calidades del amor y de la amistad, y reflexionó sobre el sentido profundo de la vida. Tras todo ello fijó un nuevo foco en su vida: la dedicaría al cultivo de su mundo interno y a enseñar a los demás. ¿Era realmente una nueva dirección? No, al entrar en la segunda mitad de la vida, Josep Mª empezó a realizar el mandato que había recibido a los 15 años, cuando creyó oír una voz que le dijo: ‘tienes que aprender a permanecer en este estado de gozo y amor inmenso y enseñar a los demás’. En el 1999 fundó la Societat d’Etnopsicologia Aplicada i Estudis Cognitius que llegó a tener más de un centenar de miembros, y en el 2000, a los 45 años, Josep Mª se encaminó con ánimo renovado hacia el nuevo objetivo vital que, en el fondo, era el mismo de siempre pero ahora armado con conocimientos científicos de alta especialización, con contactos en todo el mundo, unos años de aprendizaje con chamanes amazónicos, buenos amigos etnobotánicos, un cierto prestigio como científico y mucha experiencia social, humana y espiritual.

Se dedicó de lleno a crear y ofrecer marcos seguros —talleres prácticos y cursos teóricos— donde las personas puedan experimentar un Estado Expandido de la Consciencia de forma constructiva y con diversas aplicaciones: psicoterapia, toma de decisiones, desarrollo humano o espiritualidad práctica como la denomina; se esforzó en difundir el uso inspirado de la ayahuasca en Occidente y en transmitir valores a jóvenes y adultos. En 2004, tras dirigir decenas de talleres por todo el mundo basados en la respiración holorénica y en otras técnicas extatogénicas creadas o adaptadas por él mismo, se dio cuenta de la necesidad de disponer de un espacio especialmente diseñado para este fin, lo que lo orientó hacia una nueva aventura. Así pues, con un grupo de alumnos y de amigos adquirió Can Benet Vives, una bellísima finca de 8 hectáreas en el corazón del parque natural del Montnegre, a 50 km de Barcelona. Adecuaron las instalaciones para realizar cursos, talleres prácticos y retiros espirituales por lo que, actualmente, pasan unas 4.000 personas al año. Este campus, Can Benet Vives, cada vez está más considerado como un modelo de santuario del futuro, donde la personas acuden en busca de paz y de experiencias profundas para su desarrollo psicológico y espiritual.

Al margen del trabajo científico y espiritual aquí resumido, Josep Mª Fericgla tiene fama de ser muy trabajador, exigente y directo en su trato con los demás, de no aceptar mediocridades a su alrededor aunque, a la vez, es muy generoso con las personas que lo rodean. En 2004 fundó la Escuela de Vida Simultaneidad como marco desde el que transmitir valores, hoy día extendida por toda España. Tiene dos hijas, sigue enamorado de Myriam Nunes, su mujer, de la vida y de la belleza, y mantiene un ritmo de trabajo incansable focalizado en el desarrollo y la expansión de la consciencia.

En su opinión, el mayor desastre del siglo XX ha sido alejarnos tanto de la Naturaleza y de la espiritualidad perdiendo, con ello, nuestro verdadero lugar en el cosmos.

La Fundació J.M. Fericgla promueve y protege aquellos valores universales que nos ayudan a desarrollarnos como seres humanos en sentido pleno, valores que nos ayudan a vivir de forma armoniosa, útil, libre y en paz entre nosotros y con nuestro entorno natural. Promovemos el hábito de pensar y actuar en términos constructivos, buscando la cooperación y la fraternidad entre individuos para crear las soluciones adecuadas a los conflictos que nos envuelven o que nosotros mismos generamos. Para ello, centramos nuestro esfuerzo en estudiar y recopilar métodos extáticos, y en impulsar la evolución de la consciencia en todas sus dimensiones, recursos y amplitud universal, entendiendo la consciencia como el atributo más elevado de nuestra existencia.

El desarrollo de la consciencia implica forzosamente un desarrollo moral, estético, idiosincrático y espiritual del individuo y de los colectivos. Reconocemos el valor supremo de la individualidad, sin menospreciar el peso de lo social. Valoramos la creatividad y la dimensión espiritual del ser humano como el espacio más elevado al que debemos tender. Defendemos la total libertad responsable, en especial de consciencia y de comunicación, como el contexto imprescindible para la evolución y el encuentro entre individuos y entre colectivos.

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