Respondo a los numerosos comentarios aparecidos en las Redes y a los correos que han llegado a la Fundació J.Mª Fericgla en relación a la entrevista publicada anteayer en la ‘La Contra’ de La Vanguardia:
1) Una entrevista en un periódico es un texto orientativo que no hay que tomar al pie de la letra. Tras una hora y media de conversación, el periodista escoge las palabras pronunciadas por el entrevistado que más le interesan para confeccionar el texto a publicar, que es su interpretación de la conversación. Se pierden numerosos matices y hasta se puede llegar a cambiar el sentido de lo expresado originalmente. Por eso jamás se debe creer completamente ninguna noticia de ningún periódico. Víctor Amela, el amable periodista que me ha entrevistado tres veces en diez años para la interesante sección que lleva, ‘La Contra’, dio el tono a la entrevista que creyó más conveniente. Es su trabajo, interpretar la realidad, y gracias a él muchos leemos ‘La Contra’ de La Vanguardia y nos enteramos de la existencia de personas interesantes. No creo haber pronunciado algunas de las afirmaciones que puso en mi boca, o están fuera de contexto y ha variado el sentido, pero personalmente no puedo menos que sentirme agradecido por haberse interesado por la ayahuasca, por mis libros y por no haber cambiado excesivamente el sentido de mis palabras. No sería elegante desmentir nada de la entrevista publicada, así que, de lo dicho aquí, que cada cual entienda lo que pueda.
2) Efectivamente, utilizo el término ‘fármaco’ para referirme a la ayahuasca y a otros enteógenos o psicótropos. Fármaco procede del griego y se utilizaba -y se usa- para nombrar a las drogas y a los medicamentos (que tienen la misma naturaleza). De ahí que el término ‘Phármakon’ tenía numerosos significados y ha dado pie a múltiples palabras actuales: remedio, veneno, antídoto, droga y hasta receta, pintura y farmacia.
3) Insisto en que el mero hecho de consumir ayahuasca no resuelve nada si no va acompañado de una actitud interior adecuada, de un contexto y guía adecuados, y de cierta capacidad personal para asimilar la experiencia enteógena sin caer en fantasías inmaduras. De la misma manera que conozco numerosísimos casos de personas a las que la mixtura amazónica ha dado fuerza para vivir y le he resultado sanadora, también conozco otros –los mínimos- de malas personas, cínicas y de moralidad dudosa a las que la ayahuasca ha acrecentado su maldad.
4) También insisto en que hay que tener precaución y ser razonablemente críticos a la hora de decidir con quién tomar ayahuasca. No por ir a Perú ni a Brasil, ni por asistir a una sesión llevada por alguien que se decora la cabeza con plumas de papagayo hay ninguna garantía de bondad ni de honestidad. Actualmente existe una red de facinerosos delincuentes que se anuncia por internet como si fuera la red europea de iluminación fácil. Es solo para crédulos. Sé de personas que han trabajo en esta red internacional y que, tras un tiempo, han marchado escandalizados por el negocio sucio que hay detrás: parece que el líder delirante y sus acólitos a veces ni tan solo venden ayahuasca (porque no tienen), poniendo drogas alucinógenas en una mezcla indefinible para que ‘la peña tenga un colofón’ al que revisten con palabras que suenen a verdad y a trascendencia. También, me ha llegado la demanda interpuesta por indígenas y chamanes amazónicos contra esta red, que tiene su sede en España, y contra su fundador, que no es español, por mentir públicamente diciendo que ellos le facilitan su mixtura sagrada y que le han dado permiso para organizar sesiones. En fin, como se suele decir ‘no es oro todo lo que reluce’, pero lo cierto es que si no hubiera oro verdadero no existirían las falsificaciones.
5) Finalmente, os agradezco de corazón la confianza que numerosas personas habéis mostrado pidiéndome que os sane, que ayude a vuestros hijos y demás, pero, pobre de mí, no soy ningún gurú ni ningún chamán en activo, por decirlo de una manera elegante. Tengo una humilde consulta abierta desde la que ofrezco mis servicios de psicoterapeuta y de orientador personal, y en la que no se hace nada ilegal ni ilegítimo, y dirijo el campus Can Benet Vives (por cierto, no se admiten visitas sin reserva previa) donde realizo mis talleres y seminarios, y dónde, en caso de necesidad, alojo pacientes que necesitan alejarse de su contexto habitual y rehacer sus vidas. Pero no es una clínica hospitalaria: es un centro de desarrollo humano por el que pasan unas 4.000 personas al año, donde se intenta llevar un estilo de vida profundamente humano por parte de todos los residentes y personal empleado, y de esto sí me siento orgulloso.
Vuestro,
J.MªF.