Nuevo fragmento de la conferencia que dictó J.MªF. el pasado jueves en el Museo Mindalae, de Quito, sobre la espiritualidad shuar, una espiritualidad en peligro de extinción.
«La espiritualidad, la conexión con el corazón como dicen los sufíes y como decía santo Tomás, es una experiencia humana trascendente, no es un tema de análisis abstracto aunque, naturalmente, se puede matar y convertir en ello, y es lo que han hecho la mayor parte de las religiones: empantanar el camino a la experiencia extática, de ahí el alejamiento de las religiones respecto de la vida de las personas que siguen buscando la experiencia trascendente, aunque sea de forma anómala y hundida en la confusión como sucede actualmente en Occidente.
Finalmente, la experiencia espiritual —no la religiosidad— es lo que hasta el siglo pasado se denominaba con el precioso y preciso término de ‘numinoso’ y la numinosidad está esencialmente relacionada con lo sagrado y con la salud, tal y como saben los chamanes shuar.
Numinoso surge del vocablo latín ‘numen’ y se refiere al sentido trascedente y de inmanencia que había en los lugares y símbolos sagrados. Para los romanos imperiales, Numen significaba la presencia misteriosa, fascinante, unificadora, sagrada y mágica que había en algunos lugares, en algunos momentos y en algunos símbolos cuya experiencia es la base misma de la religión. Y los romanos distinguían perfectamente el poder numinoso de algunos lugares y templos, más allá de las figuras y de los dioses que estuvieran representados simbólicamente. No se confundían.
Y los shuar pueden reconocer perfectamente este poder o energía numinosa en algunas cascadas donde iban -y aun van- a buscar el ‘arútam’, y también en algunos objetos que llaman ‘namur’, traducible libremente por ‘amuleto vivo’ en castellano.
La experiencia espiritual, sea dentro de un marco confesional, de un marco chamánico —los pueblos animistas— o dentro de nuevas formas rituales occidentales es lo que busca el ser humano occidental. Esta experiencia de lo numinoso es lo que constituye la espiritualidad práctica del mundo shuar, y es lo que está desapareciendo.
En Occidente resulta que cuando una terapia se interesa por restablecer la salud total de la persona, cuando pretende una sanación holística y no sólo una curación puntual, el espacio terapéutico debe estar abierto a lo numinoso, a la experiencia de lo trascendente, a la búsqueda del sentido integrado y a todas las preguntas espirituales y religiosas inherentes a la condición humana, ya que el trastorno neurótico se puede resumir en la pérdida del sentido de la existencia, y la respuesta siempre es espiritual.
Así pues, las nuevas y a la vez viejísimas funciones de la espiritualidad indígena amazónica, centrada en parte en los efectos de la ayahuasca, de las Brugmansias y de un cierto ascetismo, estan enfocadas hacia saludables y sagrados procesos de integración interior. Por ejemplo, para resolver los problemas psicológicos derivados de los constantes conflictos entre los múltiples yoes que habitan cada psique individual; para recuperar el sentido último de la existencia; para prepararse para la tercera parte de la vida, la parte en que la naturaleza nos empuja a integrar todo lo que antes hemos creado y expandido; para unificar las familias y los grupos de cófrades, y preparar al individuo para tener una buena muerte. Para todo ello, los shuar consumen jugo de Brugmansia o, con menor frecuencia, ayahuasca.
Por nuestra parte, los científicos que trabajamos en este campo, lo hacemos con métodos convencionales que nada tienen de extraño ni de esotérico. Así por ejemplo, en estudios realizados por nuestros neurólogos y físicos, se han obtenido resultados realmente impactantes sobre la relación existente entre la espiritualidad y la salud. Por ejemplo, se ha verificado que las personas que viven de acuerdo a lo que denomino una ‘espiritualidad práctica’, ven reducir sus niveles de estrés, las enfermedades cardiovasculares, la esperanza de vida y ven aumentar su bienestar general. Este es también el resultado de la práctica espiritual shuar que está en vías de desaparición».