LA CONTEMPLACIÓN Y EL RENACIMIENTO PSICODÉLICO
Dr. Josep Mª Fericgla
Societat d’Etnopsicologia Aplicada — Fundació J.Mª Fericgla
Campus Can Benet Vives
No voy a extenderme analizando lo que conlleva el actual “Renacimiento psicodélico”, oleada que debemos conocer, como todas, pero tal vez no creer, seguir ni defender. No hay que ser adivino ni sociólogo para ver que tras esta oleada hay un desaforado mercantilismo que está sentando las bases para nutrir las ya rebosantes arcas de las corporaciones farmacéuticas; que es el intento de un colectivo profesional, el médico, para monopolizar el uso de enteógenos a pesar de que, no por haber cursado una carrera universitaria, está más preparado que otros colectivos para tratar con la dimensión inefable del ser humano (¿por qué no los sacerdotes exorcistas? Tras el Renacimiento psicodélico aparece el interés político para “legalizar» el consumo de psicodislépticos dentro de las estrechas líneas legales marcadas por cada gobierno, algo muy lejano a “despenalizar” el consumo, situación que era universal hasta que los EEUU, a partir de 1937, fueron imponiendo la internalización de la prohibición que respondía a sus intereses políticos de control social.
La actual situación está conduciendo el uso de los eternos y sagrados recursos extatogénicos como si fueran meros substitutos de los actuales psicofármacos de uso masificado (antidepresivos, ansiolíticos, somníferos y demás), cuya real falta de eficacia está sobre la mesa desde hace una década y media.
Nuestra sociedad no necesita más técnicos digitales cargados de másters, ni más datos de nuestras vidas privadas que alimenten la big-data, ni ingenieros industriales que hagan las empresas más rentables, ni economistas para calcular la «explotación sostenible» de la naturaleza, ni médicos que actúen como agentes comerciales de las farmacéuticas en lugar de respetar el juramento hipocrático que hacen al acabar la carrera. No. Necesitamos personas maduras, serenas, personas sabias y conscientes que sepan contemplar el mundo con recato y sin querer cambiarlo todo según sus ideas. Necesitamos terapeutas que sean capaces de aceptar su dolor y el de sus pacientes ofreciéndoles un contexto sanador y con sentido, no una anestesia global. Necesitamos personas que alimenten el espíritu de “humana comunidad” opuesto al “dato descontextualizado” incomprensible, gestionado por el algoritmo de turno que nos ha invadido y nos llena de angustia.
Para ello fundé el máster IfopEEC (Itinerario de Formación Personal y Profesional en Estados Expandidos de Consciencia). Para aportar un granito de arena en la urgente tarea de formar personas sensatas, personas que atiendan su dimensión espiritual (que no significa “confesional»). Fundé un postgrado para ayudar a forjar caracteres maduros y conscientes, un programa que constituye un verdadero itinerario que permite a cada uno ser testigo de sí mismo e “ir desvelando” el origen de su carácter, pudiendo diferenciar su carácter periférico del temperamento innato, de manera que cada estudiante desarrolle la valentía de enfrentarse a su propia locura, aceptarla y, sólo así, trabajar para disolverla y poder ayudar a sanar a otras personas. Todos vivimos y vemos el mundo a través de nuestra minúscula subjetividad, de nuestra “maqueta auto-justificativa” en la que hay un “es que…” dispuesto para justificarlo todo, aunque son excusas que, en el mejor de los casos, solo nosotros creemos y nos sirven para sentirnos mejor dentro de nuestro pequeñísimo espacio personal y egoico.
Hasta que una persona no se ha enfrentado a su propio núcleo de locura (narcisismo, miedo, dependencia de los demás, carencias primarias, falta de sentido, depresión, neurosis…) ignora lo que alimenta en sus entrañas y no puede ayudar a otros a sanar. Por buena voluntad que ponga en el empeño, ningún ciego puede enseñar a otro ciego a ver, y hay demasiadas personas queriendo curar el doloroso desorden que hay en el sótano de otros, sin haber visitado y ordenado primero su propio sótano.
No todos los enteógenos tienen la misma aplicación, aunque se hable de ellos en inadecuados términos genéricos. Cada psicodisléptico requiere de una preparación concreta del individuo concreto, de un marco concreto para la experiencia, de un sentido para su desarrollo, de una forma de elaboración y de integración, de un tono emocional y de un ‘tempo’ específico. En definitiva, de un contexto. Y también tiene un peligro si se usa mal.
Tomemos, por ejemplo, el tan recurrido MDMA para el tratamiento del sufrimiento post-traumático. Esta metanfetamina, como sabemos, genera una intensa sensación amorosa, de aceptación, de profunda fraternidad y empatía con los demás, despierta la sensualidad a un nivel de gozo impensable en la vida cotidiana, genera la sensación de poder comprender y aceptar el dolor de la humanidad y el propio sin el sufrimiento inherente a toda herida. Por ello, resulta útil para revisar las propias heridas, abrirlas y aceptarlas sin el sufrimiento y el miedo que las suele acompañar, pero esto no es curar la herida. La MDMA permite envolver el trauma en una funda de amor, en un estado en el que domina una sensación intensamente tierna, observarlo y hasta revivirlo sin sufrir, pero no permite analizarlo ni, casi, programar un futuro saludable. La función analítica suele quedar más o menos bloqueada bajo el efecto de este empatógeno. La MDMA permite aceptar y aceptarse —¡que ya es mucho!—, incluso aceptarse con honestidad, pero si no se fija esta experiencia en una estructura simbólica y cognitiva cotidiana sucede que, como se suele decir, lo que la droga te da, la droga se lo lleva. Las sesiones con enteógenos son como saltos en el camino que cada uno recorre y los saltos son útiles, pero no se puede vivir saltando siempre. Lo importante es la manera de caminar.
La tarea de hacer pensable la experiencia trascendente —de elaborarla— y de integrarla en la vida del sujeto para que mejore, es una tarea ardua, que requiere de una elevada capacidad, madurez y comprensión humana, de técnica y de recato por parte del guía o terapeuta. En el caso del MDMA, el peligro que acecha a cada minuto es la inflación narcisista del ego, como sucede tan a menudo.
Todo uso de enteógenos requiere de un contexto específico, de un “relato” o sistema simbólico que permita organizar la experiencia de forma coherente dentro una lógica de las imágenes y las emociones, de la “narración vital” de cada persona. No caigamos en la actual moda de acumular datos descontextualizados, sin sentido real ni profundo. Estoy hablando de la realidad que bulle detrás de la realidad.
También se puede tomar MDMA para sentirse uno temporalmente más unido a los amigos desde los corazones, para ser capaz de compartir su más secreta intimidad con los compañeros del viaje. Pero esto no es una terapia, a menos que se trate de alguien tan extremadamente tímido para quien, el mero hecho de atreverse a compartir su intimidad —así sea bajo el efecto de una substancia—, ya represente un paso sanador. Por ello, en toda sesión con MDMA, se debe cuidar en extremo, por ejemplo, la calidad humana de los participantes, que debe ser homogénea de manera que, si participa una persona sensible, cultivada y de espíritu elevado no coincida con otras de carácter burdo que, más adelante, tal vez puedan usar la intimidad compartida durante la sesión para burlarse de la persona sensible. Y si la persona sensible no abre su delicado mundo interno por temor a los comentarios inadecuados de los demás, de poco le habrá valido la sesión. Y la figura del “burdo» con el que se puede compartir una incómoda sesión, puede referirse perfectamente al propio guía o terapeuta.
Se puede argumentar que, justo por ello, las terapias con enteógenos en fase experimental se ofrecen en sesiones individuales. En estos casos, se pierde la impagable fuerza terapéutica del grupo, la útil resonancia subjetiva entre los participantes y el poder de la experiencia de “comunión» que alimenta la verdadera comunidad, tan necesaria actualmente y tan nutritiva y terapéutica en sentido afectivo-psicológico.
Si se organiza una sesión de MDMA entre amigos tiene un objetivo, una duración, unos límites conductuales, un marco simbólico y todo lo demás que conlleva una sesión entre amigos, tal vez para fortalecer su comunidad. En cambio, si se trata de una sesión terapéutica, las características han de ser distintas, empezando por tomar consciencia del fenómeno de la posible transferencia y contratransferencia entre los pacientes y el terapeuta.
Actualmente hay una cierta tendencia, especialmente en ambientes psiconautas, a “matar el padre”, como se dice en psicología, a auto atribuirse méritos copiados de otros, tras borrar el origen y añadir mi nombre debajo. Es algo muy humano, todos copiamos e imitamos la mayor parte de nuestros gestos, ideas, creencias y palabras. Y plagiar matando al padre de quien he aprendido es hoy más implacable que nunca antes dada la tremenda presión social por producir, por editar, por innovar, por aparecer en Google, por… parecer lo que no se es. Pero la ley básica en todo lo relacionado con los estados de consciencia expandida se puede resumir así, pronunciado calmadamente: “no empujes, no empujes, no empujes…”. Hay que aprender el arte de la contemplación.
Cuando se mata al padre, o a la madre da igual, no solo se esfuma el agradecimiento por lo recibido, actitud que ennoblece al propio discípulo, sino que se mata la oportunidad de seguir aprendiendo de él o de ella y uno se desconecta de la línea iniciática de donde proceden los conocimientos.
Sé que no está de moda, pero os invito a seguir aprendiendo de los que saben, con espíritu abierto, sin prisas, con la consciencia permanente de «estar haciendo las cosas bien», sea o no de actualidad hacer las cosas bien. Y las cosas importantes, como gestionar estados de consciencia expandida, prepararse para la muerte, amar, conocerse a uno mismo o vivir con armonía, requieren tiempo.
Dr. Josep Mª Fericgla
Can Benet Vives, 30 de marzo, 2023
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Próximas actividades de la Fundació Josep Mª Fericgla:
SEMINARIO SOBRE AYAHUASCA Y PSICOTERAPIA. Del 26 al 28 de mayo de 2023, impartido por Dr. Josep Mª Fericgla en el campus Can Benet Vives.
Se explora la toma de ayahuasca en las culturas amazónicas y en Occidente. Tipos de mixtura y mínimos requisitos psicoespirituales, ambientales y materiales. Introducción y requisitos básicos para aprender a guiar sesiones. Uso en psicoterapia: protocolos, condiciones del terapeuta y de la sesión. Beneficios de la ayahuasca. El seminario tiene una duración lectiva de 25 horas más 20 horas de trabajo individual para obtener el diploma oficial.
https://josepmfericgla.org/actividades/seminarios-y-formacion/ayahuasca/
Más información:
Fundació J.Mª Fericgla
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