Dr. Josep Mª Fericgla
Societat d’Etnopsicologia Aplicada — Fundació J.Mª Fericgla
Campus Can Benet Vives
I.
Estamos viviendo el final de una Era. Hace años que estoy invitando a observar y a adaptarse para bien de todos, ya que los finales de Era son como lo estamos viendo: desordenados y caóticos, sin objetivos claros, angustiosos y, a menudo, violentos. A la vez que estamos saliendo de una Era que comenzó a inicios del siglo XIX, nos estamos adentrando en una época de extrema complejidad en la que las religiones, las filosofías, teorías e ideologías que hemos tejido durante los dos últimos siglos y medio, o desde antes, están dejando de servir. Sí, en cierto sentido estamos viviendo el fin del mundo conocido.
Las previsiones que siguen provienen de mi observación de la realidad y de mi percepción intuitiva, de informaciones extraídas de diversos ensayos actuales, de calculadas previsiones astrológicas, de conversaciones con expertos en prospectiva y del conocimiento de ciertas leyes universales que regulan la evolución en la Tierra más allá del quehacer humano. Naturalmente, no lo antepongo en cada aseveración por comodidad expositiva, antes de cada previsión debería ir un «probablemente suceda que…». Así es como lo siento y es lo que indica el mínimo realismo, ya que nunca sabemos lo que nos encontraremos al girar la próxima esquina. No obstante, lo que puede resultar imprevisible a nivel personal no lo es tanto a nivel de cambios colectivos, cuyas curvas evolutivas son más lentas y siguen leyes conocidas desde la antigüedad.
El periodo que nace en el año en curso, del 2024 al 2034, va a traer consigo el final de varias de las realidades que hoy nos son familiares y parecen inamovible. Por ejemplo, será el final de las mega fortunas y de la concentración de poder, cambio que sucederá a través de movimientos rápidos y revolucionarios, aunque no forzosamente violentos. Estamos en una irremisible transformación hacia nuevas estructuras sociales basadas en la horizontalidad. Este cambio profundo e irreversible suscitará oposición por parte de individuos y de colectivos que lo vivirán como peligrosísimas amenazas existenciales para sí, colectivos que se opondrán al cambio y que, incluso, parecerá que consiguen invertir el proceso, pero será algo momentáneo. El cambio que estamos iniciando, una vez transitado supondrá el renacimiento esencial de la democracia real y de los valores humanistas, pero hasta entonces nos espera un tiempo a la vez maravillosos y terribles.
Los cambios profundos que están comenzando no podrían darse sin haber sido precedidos por la maduración de una nueva consciencia en la mayoría de los seres humanos. Tal incubación puede ser desgarradora puesto que se está construyendo sobre la descomposición de viejas consciencias de clase y de identidades personales. Para que se desarrolle esta nueva consciencia es necesario que cada uno de nosotros comprenda que todos respiramos el mismo aire y formamos parte de la misma humanidad, todos somos seres humanos con las mismas penas, capacidades y problemas. A lo largo de este proceso de incubación se va tomando consciencia de que cada ser vivo tiene una aportación que realizar al Mundo y que, por tanto, es sagrado. Asistiremos a una gran efervescencia de movimientos progresistas de concienciación y de activismo social, ecológico y humanitario. Habrá revoluciones políticas y sociales, científicas, energéticas, económicas y sexuales. Muchas de estas revoluciones estarán orientadas a devolver la dignidad personal a los desfavorecidos, a acabar con el trabajo infantil y la explotación laboral, a ofrecer condiciones dignas de vida a todos, no solo a las élites. Fruto de esta nueva consciencia surgirá un nuevo concepto de trabajo digno que acabará derrocando el actual modelo chauvinista, misógeno, sin ética y solo interesado en la rentabilidad implando desde el Silicon Valley, que suele denominarse como los geek.
A pesar de lo mucho que se ha maquillado el malestar psíquico en nuestra sociedad, al final se ha hecho omnipresente como dolorosa realidad colectiva. Es una realidad que el todo-poderoso sistema político y la industria farmacéutica y psiquiátrica han explotado en su beneficio, imponiendo largos tratamientos farmacológicos de más que dudosa eficacia que son aplicados de forma masiva a la población para mantenerla produciendo y consumiendo. Muchos de los problemas de salud física y mental que padecemos tienen su origen en nuestro sistema social, por tanto, deben ser solucionados a ese nivel. Recurrir a fármacos y terapias individuales es, como mucho, una medida de contención no una solución. En los próximos tiempos veremos cómo se dejará de supeditar la salud mental a un buen sueldo o a prestigio social.
Navegado por la confusión que va inundando nuestras vidas hay una única —y tal vez la última— certeza, y es que ninguna de las ideologías políticas, teorías económicas, propuestas filosóficas o verdades científicas y religiosas del pasado ofrece la mínima solución real frente a la catástrofe medioambiental, la posibilidad de aniquilación nuclear, el empobrecimiento masivo de la población seguido de la consiguiente ruptura y descomposición social, y todo ello por no hablar de la amenaza de una «tecno-dictadura» ejercida por monopolios tecnológicos de geeks y élites que escapan a todo control legal y ético. Estos son solamente algunos de los retos a los que nos enfrentamos hoy como humanidad.
Entramos en una Era que va a estar marcada por la energía, los valores y la dinámica de lo que los astrólogos conocen como «signos de aire» en contraposición al espíritu de tierra, de materialidad, que ha dominado el último siglo y medio, desde finales del siglo XIX. Nuestro éxito como especie no consiste hoy en alcanzar la supremacía tecnológica sobre las demás especies, sino en no ser destruidos por esta misma tecnología que hemos creado y que usamos a diario a la vez que somos manipulados por ella.
El mecanismo básico de la Era que está acabando ha sido y es el control material, el control sobre las fronteras y los límites, sobre la materia. Por ello no ha de sorprender que el mundo que vemos desvanecerse muestre una gran resistencia a perder el control sobre las cosas y sobre las fronteras. La transición que nos espera en la década 2024-2034, no será fácil ya que, como dice un adagio inglés, antes de mejorar las cosas empeoran o, como dice un refrán francés, hay que ir hacia atrás para saltar mejor. Recordemos que las crisis son la manera que tienen la vida de auto repararse y auto regenerarse.
Durante el año pasado 2023 y el año en curso 2024, la atmósfera dominante es de inestabilidad. Lo viejo se resiste a desaparecer y a ratos gana posiciones a pesar de quedar cada vez más desautorizado. Al mismo tiempo, lo nuevo titubea, comete errores que lo viejo aprovecha para ganar tiempo y mantener sus posiciones, pero el cambio es inevitable.
En el futuro inmediato, repito del 2024 al 2034, veremos como el poder y la «densidad psíquica» irá decantándose hacia nuevas formas sociales que son mezcla de dos factores: el elemento humano y las Redes sociales. Es decir, en estos años venideros se robotizarán numerosos procesos propios del pensamiento y de la comunicación humana. A la vez, se inicia un tiempo más basado en lo local y en los intercambios de proximidad. Esta transformación culminará en 2033. Hasta entonces, actividades que ahora son exclusivamente humanas —diagnóstico médico, conducción de vehículos, elección de pareja o de socios— irán rápidamente pasando a ser desempeñadas por «entidades híbridas» entre el ser humano y la inteligencia artificial (IA). La fusión de la inteligencia artificial y la nueva computación cuántica llegará a un punto en el que los ordenadores pronto dejarán de ser meras calculadoras muy rápidas, como hoy, para convertirse en verdaderos entes pensantes. Por ejemplo y sin ir más lejos, leo en la revista Gadget de este mes de febrero 2024, el anuncio de un «roboperro», un robot con cierta forma de perro para guiar personas invidentes, y en la misma revista de tecnología de consumo leo el anuncio de un vestido creado por Adobe, sí la empresa de Photoshop, un vestido cubierto de escamas de un cierto cristal líquido que mediante la electricidad puede cambiar de color, de diseño y adaptarse en cada momento al cuerpo de la persona que se ha enfundado en él. Tal vez sea el principio del fin de los sastres y entrenadores de perros guía, y la bienvenida a tecnócratas.
Es decir, en los próximos años veremos crecer y expandirse la hibridación entre lo humano y lo tecnológico: robots, ciborgs, inteligencia artificial aplicada a innumerables objetivos, nuevos modos de consciencia no solo psicobiológicos sino también psico-tecnológicos…
II.
Salta a la vista que desde el 2020 se está acelerando un proceso para convertir lo humano en virtual y la habitual relación directa entre los seres humanos está siendo reemplazada por imágenes virtuales que se transmiten a través de las Redes sociales. Este proceso de deshumanización de lo mental dará un salto enorme a partir del año 2026.
En este sentido, las Redes sociales ya han ido reemplazando los colectivos humanos por entidades cibernéticas que adquieren vida propia al ser gestionadas por algoritmos de IA y que son alimentadas con nuestros datos más íntimos.
Los actuales sistemas económicos y las formas de ejercer el poder político que conocemos se encuentran en fase de colapso y descomposición. Realidades como las fronteras entre países, la guerra, la desorientación sexual o la confusión religiosa se verán profundamente revisadas. El poder estratégico ya no dependerá tanto del territorio y de los recursos materiales como del control del espacio virtual, del espacio aéreo y hasta del espacio sideral. Los paraísos artificiales generados por las drogas que hoy adormecen a buena parte de la población —sea alcohol, marihuana, opiáceos, MDMA, antidepresivos— dejarán paso a nuevos ciberespacios artificiales, y las ciberguerras necesitarán nuevos tratados para evitar el colapso global.
Hoy en día, el control de la información a partir de la que «creamos un relato de la realidad» ya es mucho más importante que el control del territorio físico. Hasta ahora, repito, el control se ha basado en el control del territorio, de las fronteras y del funcionamiento y estructura social, pero a partir de ahora el control será el control del pensamiento, de la formación del pensamiento y de la transmisión de los valores asociados a las ideas. Es decir, se controlará lo que se transmita e implante en la psique de la gente, de lo que derivarán consideraciones tales como lo que es justo o injusto, lo que es políticamente correcto o incorrecto, deseable o indeseable y demás, consideraciones que están en la base de la realidad que construimos y habitamos. A la vez, se pasará de la existencia de élites que controlan el mundo y la sociedad de forma vertical a élites que idean comparten y comunican.
Por otro lado, está próximo el momento en que la caída demográfica de los países desarrollados haga imposible su supervivencia sin la presencia de inmigrantes que repongan la población original. Muy pronto, los seres humanos serán un recurso escaso y, en lugar de impedirles la entrada al mundo postindustrializado, se pagará a los inmigrantes para que vengan. Durante estos años asistiremos a una de las mayores desaceleraciones demográficas de la historia y a un envejecimiento generalizado de la población a nivel mundial, especialmente en los países occidentales y asiáticos. Así, por ejemplo, cuando desaparezcan del mercado de trabajo las personas nacidas en los años 80 serán reemplazadas por la llamada «generación Z» mucho menos numerosa y que, además, no está teniendo hijos ni siente interés en ello. Las regiones ricas dependerán de aquellas que tengan gente joven y formada, en otras palabras, de África y de India. El actual sistema de pensiones basado en la solidaridad intergeneracional es muy probable que desaparezca, así como también desaparecerá el trabajo tal como lo entendemos hoy en día.
La imparable caída de la natalidad en el Tercer mundo, que ya se está dando, y la reducción de la población en el mundo postindustrial, marcará el futuro inmediato comportando que los intereses personales —incluyendo el tener hijos— dejarán de ser primordiales frente al interés colectivo.
Desde esta perspectiva, la actual noción de «jubilación» será independiente de la edad ya que cada persona podrá colaborar con su esfuerzo al bien colectivo, sea familiar o social. El trabajo dejará de estar directamente relacionado con la supervivencia y por tanto perderá el actual carácter agónico. Probablemente trabajaremos para vivir, no al revés, convirtiendo el trabajo en una actividad vital más, como dormir, leer o amar.
III.
La clase política no desaparecerá a causa de su absoluta ineficacia y del cansancio que genera su constante corrupción, arrogancia e incompetencia, sino que desaparecerá porque será absolutamente innecesaria.
A lo largo de la década por la que estamos transitando, las armas terrestres, como ya estamos viendo en la guerra de Ucrania y en el genocidio palestino a manos de los judíos israelíes, serán reemplazadas por otro tipo de armas tales como satélites, drones y dispositivos para interferir en las comunicaciones. A la vez, están apareciendo armas mucho más sutiles, pero no menos mortíferas que las convencionales, tales como la propaganda encubierta, la manipulación informativa y las noticias falsas que incluye la irreparable suplantación de personalidad. Las nuevas guerras buscarán conquistar activos inmateriales tales como nuestra mente y nuestra percepción para hacerse con nuestra opinión y nuestra voluntad. Se trata de conseguir el control de la mente y de los recursos intelectuales de la gente.
Durante los próximos años asistiremos a una invasión sin precedentes de nuestras vidas privadas, a una capacidad de control social prácticamente total basado en el conocimiento de nuestros movimientos, compras, gustos y preferencias, y hasta de nuestros pensamientos. Si las tecnologías actuales ya permiten gran parte de estos controles, con la expansión de la IA este control se está afinando y extendiendo hasta extremos que pronto alcanzarán límites difíciles de concebir hoy.
Está llegando lo que se denomina «control blando», mucho más eficiente que los brutales métodos del pasado. Es un control basado en técnicas de condicionamiento indetectables o difíciles de localizar y por tanto de ilegalizar y de combatir. Los gobiernos y sobre todo las élites de las corporaciones multinacionales controlarán todos nuestros datos personales, datos que habrán obtenido de forma directa —por nuestra parte, a cambio de ciertos servicios— o indirecta —a través de algoritmos y técnicas de IA—, lo que permitirá a gobiernos y empresas obtener perfiles mucho más detallados que los actuales de cada uno de nosotros y, a partir de ello, establecer categorías y grupos de ciudadanos. Las nuevas clases sociales serán digitales y a menudo sucederá que una persona será clasificada en una u otra clase social —y tratada de acuerdo a ello— sin ninguna intervención humana.
Los seres humanos pasaremos de ser «productores» a ser meros «consumidores». El paradigma económico se invertirá totalmente, y se evaluará nuestra capacidad para consumir no para producir, cosa que ya sucede con la Renta Básica Universal. Se nos pagará por consumir y por suministrar datos personales a gobiernos y empresas. Lo que tendrá valor es la información que generemos en tanto que consumidores.
Las estructuras sociales y laborales irán adquiriendo, aún más que hoy, una estructura orgánica, reticular, en vez de ser piramidales. La causa de las migraciones humanas dejará de ser básicamente económica, como sucede hoy, siendo el cambio climático lo que empujará a una parte significativa de la población mundial a buscar lugares más habitables.
A la vez, probablemente veamos la transición de un mundo dominado por la geopolítica y los meros intereses económicos a un mundo mucho más humanista, en el que lo importante será el bienestar de los ciudadanos. El gravísimo riesgo que conlleva este humanismo, como ya se está viendo, es la creación de verdaderos Paraísos Digitales, alternativa que permita administrar tal felicidad artificial en tanto que anestésico o antidepresivo para mantener la población aletargada en Matrix.
También veremos el fin de la televisión como es ahora. En la actualidad estamos viendo un rapidísimo proceso de cambio hacia las comunicaciones descentralizadas y, aunque las grandes redes sociales y las plataformas de contenidos siguen estando bajo control de las mismas viejas élites, por tanto, siguen siendo un medio para la evasión y el adoctrinamiento, su misma estructura las hace cada día más difíciles de controlar y de monopolizar. En este sentido, las viejas audiencias modeladas de un modo más o menos monolítico están dando paso a audiencias mucho más fragmentarias e incomunicadas entre ellas, igual o aún más manipulables. Tened presente que los algoritmos de las plataformas a través de las que compramos de todo o pagamos para ver películas o tener acceso a música, no solo estudian qué es lo que compramos, sino que también registran lo que capta nuestra atención, el tiempo que estamos en cada pantalla y hasta dónde nos detenemos en el recorrido, a la vez que están promoviendo a gran escala determinadas conductas e inhibiendo otras.
Durante los próximos 20 años veremos desmoronarse las actuales utopías científicas y las fantasías de redención tecnológica «para mejorar el mundo» surgidas del modelo geek del Silicon Valley y que hemos estado viviendo últimamente, si bien surgirán otras. Sentiremos la necesidad urgente de contactar con lo que verdaderamente somos, más allá de los valores sociales al uso, trataremos de liberarnos de todo lo que «no somos» para regresar a los orígenes, a sentir la pulsión más primigenia de vida y muerte, la tensión entre ser y no ser, sentiremos la urgente necesidad de amar y ser amados y de mantener «relaciones reales» con personas reales, no con entes creados por la IA.
Por otro lado, veremos el surgimiento de una nueva tecnología y de una nueva «tecnoclase» en todos los campos de actividad imaginables —¿recuerdas el robot perro-guía o el vestido de placas de cristal líquido?— . Una tecnoclase cada vez más importante, compuesta por una mezcla de profesionales emprendedores y creativos que emergerán gracias al uso intensivo de nuevas tecnologías. Trabajarán solos o en pequeños equipos integrados en comunidades virtuales de alcance global. Esta tecnoclase usará de forma desprejuiciada, sin ética y extensiva la IA, la Big Data y otras tecnologías hoy inimaginables, como tal vez la naciente computación cuántica.
Actualmente ya usamos de forma habitual ayudas tecnológicas para ver y para oir mejor, para mantener el ritmo cardíaco, etcétera, sin embargo, la hibridación que viene tiene más que ver con el concepto mismo de «qué es un ser humano», planteándose cuestiones éticas de difícil resolución como, por ejemplo, ¿podemos alterar nuestro código genético para vivir más o para vivir mejor? ¿Podemos hacerlo simplemente que para ser más atractivos y más inteligentes? ¿Quién puede y debe decidirlo? ¿Quién debe financiar tales manipulaciones genéticas, sólo los ricos, generando una división dentro de la especie humana, o deben financiarse con fondos públicos?
Muchos miembros de la futura tecnoclase ya están trabajando en la periferia del sistema y con el tiempo probablemente acabarán abandonándolo casi por completo. Esta nueva tecnoclase en un futuro próximo introducirá una ética social basada en la participación, la apertura y la solidaridad. Muchos seremos conscientes de que la tecnología necesita democratizarse y descentralizarse tanto en su producción como en su gestión, no solo consumiéndola como pretenden los gigantes tecnológicos actuales.
Las nuevas élites lo serán en cuanto ofrezcan un servicio a la comunidad y no serán hereditarias, ya que los individuos desempeñarán temporalmente un papel para luego dejar su legado y su posición sin ningún apego, hecho que facilitará la creación de conexiones entre los diferentes nudos de la red y entre distintas redes, propiciando la creación de organizaciones planas capaces de interrelacionarse con otras en un espacio de múltiples dimensiones.
La inflación no bajará a los niveles anteriores al 2020 sino que se quedará entre el 4% y el 6% actual por un largo período de tiempo, con lo que ello implica de encarecimiento de la vida.
IV.
Las próximas dos décadas, hasta el 2044 será un tiempo particularmente convulso. Muchas de nuestras certidumbres serán arrasadas. A escala de personal, solo queda usar la energía de que dispongamos para capear estas tormentas sociales desde la conexión profunda con nosotros mismos, a partir de nuestra esencia y de nuestro propósito vital. Debemos aceptar que es inútil y autodestructivo oponerse a esta ola de cambio. El dragón se ha despertado y no es razonable oponerse a su camino, al contrario, podremos contribuir a su mejora desde nuestro núcleo de gravedad personal.
La situación actual —que empezó con la crisis del 2008 y acabará el año 2025— nos deja un mundo dirigido por gobernantes decrépitos —por ejemplo, el actual presidente de los EEUU, el país más poderoso de la Tierra, es un anciano con clara demencia, incapaz de leer un texto que han escrito para él y que va saludando en público a personas inexistentes—, por élites corruptas e incompetentes, pero, al menos, cada vez hay más personas conscientes de ello y, como se suele decir, ven que el rey está desnudo, hecho que anuncia el principio del fin de este sistema social y económico rígido y de las estructuras derivadas de ello —monarquías, Estados nación, grandes corporaciones, tiranías personales—.
La normalización de un creciente poder femenino también puede verse como parte de esta humanización del poder, un poder en el que el espíritu de colaboración reemplazará a la usual y actual exhibición de testosterona. Se acerca un tiempo en que la atmósfera del planeta será compartida por todos, un tiempo de «aire» cuya única señal de identidad será precisamente la carencia de señales de identidad y habrá que aprender a vivir en tal estado de fluidez.
Durante el periodo que va del 2024 al 2044 saldrán a la luz pública muchos trapos sucios de las élites, algo que se convertirá en un potente medio de cohesión social. Por así decir, será el nuevo espectáculo para entretener las masas. De esta descomposición surgirá una multitud de «entes» que conservarán la apariencia de vida durante un tiempo hasta acabar desapareciendo. En ello cabe incluir el fenómeno de los y de las influencer, tan característico de estos últimos años, «entes» que entrarán en crisis y probablemente desaparezcan, ya que estos próximos años van a dejar al descubierto las vergüenzas, corruptelas y bajeza moral de todo el mundo, no solo de los políticos.
Veremos también la caída de teorías cosmológicas que contemplan el universo girando alrededor de un eje, como el Big Bang. Se concebirá un cosmos sin centro y en el plano de lo humano se pasará de las actuales democracias representativas, que son meras estructuras sociales al servicio de las oligarquías, a las democracias participativas. Es decir, emergerán nuevas organizaciones políticas que estarán basadas en la participación directa.
Esta pérdida o disolución de los límites se convertirá en un peligro para la supervivencia de la humanidad en su conjunto, especialmente para aquellos colectivos que no sean capaces de aceptar los nuevos mestizajes, las nuevas sexualidades, las nuevas expresiones de lo vivo que irán más allá de lo estrictamente biológico. Se prevén avances significativos en tecnologías que ya están trabajando en ello, tales como la nanotecnología, la genética y en las nuevas redes de telecomunicación de alta frecuencia como el internet cuántico con transmisión instantánea sin tiempos de latencia. En este ámbito, probablemente veremos una muy próxima revolución industrial basada en la robótica inteligente y en la impresión en 3 dimensiones, 3D, que incluye la producción de alimentos, tal y como se está extendiendo el consumo de carne producida en una impresora 3D —la empresa holandesa “Redefine_Meat” ya vende 500 toneladas mensuales de filetes producidos en impresoras 3D—. Se prevé la sustitución masiva de burócratas y operarios humanos por robots guiados por IA que está aprendiendo de los propios humanos.
Probablemente también veremos el final de la descomunal y absurda deuda pública, hinchada artificialmente para endeudar Estados y ciudadanos privándoles de su libertad. Tarde o temprano asistiremos a una quita generalizada que permitirá, especialmente a los países más endeudados, liberarse de su dependencia con respecto al sistema bancario y financiero internacional. También veremos el reconocimiento mundial de la deuda contraída con las comunidades indígenas, lo que se llama «justicia histórica» y la normalización del derecho a una muerte digna. Asistiremos a una profunda revolución sexual, sobre todo a una sexualidad libre que probablemente acabe siendo la base para las meras relaciones de amistad.
Así mismo veremos nuevas luchas por conseguir el poder derivado de la propiedad intelectual y de las nuevas definiciones que se haga de ello. En este sentido, la propiedad intelectual cobrará un valor que irá sustituyendo a todos los demás recursos materiales.
Habrá acontecimientos y cambios muy importantes relacionados con el espacio y con los viajes espaciales. Tal vez, el descubrimiento de indicios de vida en otros planetas y la vuelta de la humanidad a la luna para instalarse en ella, descubrimientos que conllevarán la revisión profunda de las bases y paradigmas científicos actuales.
Es de prever que la «crisis social permanente» sea la normalidad en los próximos veinte años. Los gobiernos funcionarán en situación de «emergencia continua» e intervendrán en casi todos los campos de la economía y de la vida pública, siendo el fin definitivo del modelo capitalista neoliberal como modelo de Estado y de economía. Es probable que, aunque no se cuestione el sistema capitalista, los gobiernos acabarán tomando medidas sumamente intervencionistas para evitar la rebelión generalizada, medidas que se extenderán a todos los dominios —control de los precios de la energía, del alquiler de la vivienda, de los productos alimenticios y demás—, ya que los Estados necesitarán controlar los recursos y la logística porque sufriremos una emergencia tras otra —nuevas pandemias y enfermedades originadas por el cambio climático, destrucción de hábitats naturales, riesgo de hundimiento de las cadenas logísticas, problemas de producción y de aprovisionamiento alimentario, enfermedades mentales originadas por la situación de neo esclavitud en la que vive la mayor parte de la población—. Sí, la actual lista de riesgos es interminable.
V.
En resumen, durante este período viviremos en un estado de desarraigo y desasosiego social permanente bajo la amenaza de colapso social. La salida de este vendaval de final de Era vendrá a partir de una toma de consciencia global, del sentimiento generalizado de que somos una misma y única humanidad. Nos daremos cuenta de que muchos de nuestros problemas personales, en realidad, son problemas colectivos y que solo desde lo colectivo se puede encontrar una solución.
En este próximo tiempo los grandes empeños y propósitos serán de dimensión social, es decir con vocación global, no enfocados a éxitos personales. Serán estas nuevas visiones las que empujarán hacia una nueva humanidad. No necesitaremos empresas lideradas por empresarios exitosos y famosos, sino que aparecerán proyectos cuyo beneficio sea el interés colectivo, es decir de capital colectivo con un fin social. Esa es una de las claves del éxito financiero en los próximos 20 años.
A partir de 2024, como se ha comentado, el tráfico de productos y servicios online experimentará un enorme crecimiento porque no estarán limitados ni por el cambio climático ni por las tremendas barreras burocráticas. El crecimiento de numerosos servicios telemáticos también se verá favorecido por la emergencia de una nueva generación de criptomonedas y de medios de pago alternativos, criptomonedas mucho más estables que las actuales y que serán usadas como moneda para pagar pequeñas compras y servicios. En este sentido, durante este periodo emergerán con fuerza otras criptomonedas centralizadas, como las CBDC o criptomonedas de uso oficial.
El sector financiero y económico ocupará un lugar central en este Era incipiente. Además de asistir a una expansión de las criptomonedas, veremos una expansión económica basada en nuevos activos digitales. El próximo ciclo temporal procederá a una corrección muy severa del capitalismo en general y del sector financiero en particular. Repito, la realidad ya no interesa, sino que lo que ahora interesa es la ficción coherente, la información que lleve a crear un relato creíble de la realidad.
Probablemente veremos el salto de los combustibles fósiles a los basados en gases, así como la emergencia de tecnologías que permitan la construcción de pequeñas centrales nucleares basadas en nuevas tecnologías que permitirán construir, transportar, instalar y mantener tales pequeñas centrales.
Entre el 2024 y el 2026 veremos resurgir el uso de la geotermia o producción de energía a partir del calor del interior de la tierra, siendo una tecnología totalmente limpia y universalmente disponible que ha sido muy experimentada en el pasado y que ahora recuperaremos.
La prioridad en estos años no será enriquecerse y perpetuarse cada uno a sí mismo, sea a través de su descendencia o de sus posesiones, sino que la prioridad la tendrá la producción de ideas y decisiones a partir de procesos participativos. No obstante, habrá que aprender a «discernir la realidad», ya que la adicción de personas de todas las edades a los dispositivos tecnológicos y Redes sociales es uno de los mayores problemas de nuestras sociedades —a pesar de que sigue habiendo una gran resistencia al considerar estas adicciones como patológicas—. Para los que sentís interés en este aspecto de la realidad, os recomiendo dos libros recientes: El valor de la atención: Por qué nos la robaron y cómo recuperarla (Johann Hari, 2023, ed. Península) y Las redes del caos: la historia secreta de cómo las redes sociales empobrecen y erosionan el mundo (Max Fisher, 2024, ed. Península). En otro sentido, me permito sugeriros también el libro Astrología para el nuevo orden mundial (José Millán, ed. Planeta, 2023).
Entre el año 2026 y el 2033 viviremos una auténtica explosión científica y técnica. Prácticamente todas las operaciones que hoy realizamos manualmente o con diferentes instrumentos serán realizadas por robots inteligentes. Los sistemas de traducción e interpretación automática y simultánea alcanzarán un grado de fiabilidad tan alto que ayudarán a borrar las actuales fronteras idiomáticas.
Más tarde, a partir del año 2033, habrá una revolución definitiva en el concepto de «familia», probablemente dando lugar a la idea de «familia global» como el conjunto de vínculos sociales libremente establecidos que se acabarán por convertir en vínculos familiares íntimos. Este cambio llevará al límite la tensión generada en la próxima década entre la necesidad de imponer a toda costa lo colectivo sobre lo personal, tensión que puede dar lugar a enfrentamientos violentos entre los defensores a ultranza de las libertades individuales frente a quienes sostienen que el interés colectivo debe primar sobre lo personal.
El corto periodo 2042-2044 será un momento crítico para la humanidad. Deberemos aceptar la necesidad de establecer límites a las profundas transformaciones sociales que empiezan ahora, la mayoría basadas en la desaparición de límites y fronteras. No puede haber espíritu colectivo sin individualidades fuertes, libres, originales e independientes nadando contracorriente.
Asistiremos a luchas más o menos abiertas y violentas entre grupos que encarnen la sombra y la luz de la humanidad, entre grupos que preconizarán el bien común a cualquier precio frente a quienes quieren transformar profundamente la sociedad, pero sin exterminar el individuo. Se acercan tiempos que nos acercarán a la grandeza del ser humano, pero también a la sombra que cargamos individual y colectivamente. Los universos artificiales creados por las Redes sociales a base de bulos y de teorías conspiratorias, base del éxito de empresas como Facebook, X, 4chan, Instagram y demás, mostrarán de manera trágica su potencial destructivo y de intoxicación a la hora de modelar nuestras sociedades. Hay que protegerse mucho de ello.
Para acabar, el sentimiento generalizado de que «todo es mentira» puede ser un potente revulsivo para volver a centrarnos en lo único que percibimos como real, en nosotros mismos como personas a la búsqueda de un camino, de una identidad y de un propósito estrictamente personal que esté en resonancia con la comunidad a la que cada persona se sienta pertenecer. Solo desde una visión personal, intuitiva, honesta y liberada de filtros externos podremos encontrar sentido a lo colectivo.
Como colofón de todo lo anterior, se puede concretar en la necesidad de crear y alimentar pequeñas comunidades basadas en las relaciones reales y próximas entre las personas, en relaciones que permitan organizarse y sortear lo máximo posible el peso virtual y determinante de las Redes sociales, comunidades que sin rehuir el profundo cambio tecnológico, económico, sexual y social que se está extendiendo por el mundo, permitan un intercambio directo de productos y servicios, y alimenten en sus miembros la vivencia de tener un verdadero «grupo de pertenencia». La espiritualidad activa y el servicio a la comunidad serán otros de los factores para paliar el profundo desasosiego que está llegando generado por la pérdida de límites y el estado de crisis permanente. Y, por descontado, este profundo cambio de Era pide fluidez, capacidad de cambio, facilidad de movimiento, astucia, tolerancia y disciplina interna para mantenerse firme pero no rígido en los propios objetivos y principios.
Próximas actividades de la Fundació J.Mª Fericgla:
DESPERTAR A LA VIDA A TRAVÉS DE LA MUERTE. Un verdadero rito de paso actual para expandir la consciencia a través de la respiración holorénica. Gana espacio interior y pierde el miedo a vivir.
Próximas ediciones: del 23 al 25 de febrero, del19 al 21 de abril, del 28 al 30 de junio y del 15 al 17 de noviembre de 2024, en el campus Can Benet Vives. Impartido por el Dr. Josep Mª Fericgla.
Inscríbete hoy en info@etnopsico.org / 937 691 936.
https://josepmfericgla.org/actividades/talleres-vivenciales/despertar-a-la-vida/